El gabinete del presidente Lasso se ha visto afectado por la salida de varios ministros que han optado por dar un paso al costado, la razón: “diferencias irreconciliables con el nuevo camino que ha tomado el Ejecutivo”. La renuncia de la que quiero opinar es de la cuencana Bernarda Ordóñez Moscoso, titular de la Secretaría de Derechos Humanos. Cómo lo manifiesta en su carta, las discrepancias con el gobierno se dieron entre otros temas, por medidas tomadas por parte del régimen en el manejo delicado y respetuoso de los Derechos Humanos, sobre la crisis carcelaria, la represión policial en el 8M y el veto a la ley de interrupción voluntaria del embarazo.
La participación femenina en la política busca legislar con perspectiva de género, creando agendas en beneficio de las ecuatorianas, objetivo difícil de lograr sin la voluntad política de los mandatarios de turno, decidir desde los cargos de elección popular o por designación sobre políticas públicas y leyes son la única vía para transformar el país en beneficio de las grandes mayorías. Repito una frase que me acompaña en mi transitar desde la política y desde el activismo ciudadano: “en política no hay purismos, pero si límites éticos” y me atrevo a pensar que la renuncia se debe a que con frecuencia para cambiar el país se necesita voluntad, que claramente a pesar de los diálogos y los intentos desde la secretaria de DDHH no hubo eco en el Ejecutivo. Bernarda desde sus más profundas convicciones seguirá aportando al país desde varios espacios, tiene un largo futuro político por delante. (O)