La cuarentena y el aislamiento por causa de la pandemia del covid 19 ha puesto en debate las limitaciones en la cotidianidad de nuestras actividades. La crisis sanitaria va de la mano de otra profunda crisis política, económica y social. Todo esto ha puesto a prueba la creatividad e innovación de nuevas reglas y protocolos para continuar con las actividades necesarias para el desarrollo de nuestras vidas.
La reacción de las instituciones públicas y privadas ha sido lenta e insuficiente. El teletrabajo no esta regulado de forma efectiva y las actividades presenciales han sido llevadas en medida de lo posible a los entornos virtuales. Tampoco está claro cómo vamos a realizar actividades relevantes; como por ejemplo las elecciones presidenciales de febrero de 2021. Varias elecciones que estuvieron previstas en países de la región y el mundo han sido suspendidas con fecha incierta.
La prohibición de las aglomeraciones y las reglas de distanciamiento ponen en duda si, los ciudadanos por más obligatoriedad del voto, asistirán efectivamente a esta jornada cívica. Por ello es urgente tener nuevos marcos normativos que den paso a nuevas formas de votación, sin poner en riesgo los parámetros universales del voto: individual, secreto y general. Se debe debatir opciones que garanticen elecciones libres y transparentes.